Quiere estudiar ecología y medio ambiente
Jonathan Julián Vergara, de 35 años, pasó de vivir más de seis años en las calles de Bogotá a convertirse en el mejor puntaje del ICFES dentro de su cohorte en la capital. Su historia, acompañada por la Secretaría Distrital de Integración Social y el programa educativo flexible CIPREIA, se ha vuelto un símbolo de segundas oportunidades en la ciudad.

El anuncio lo recibió de sus profesores y, con la noticia aún fresca, corrió a contársela a su familia. Tras dejar atrás el consumo y la vida en calle, superar un accidente que afectó la movilidad de su brazo izquierdo y retomar sus estudios, hoy mira a la universidad con un objetivo claro: cursar una carrera relacionada con ecología y medio ambiente.
En su proceso, Vergara accedió a los Círculos Preparatorios Integrales de Aprendizaje (CIPREIA), un modelo flexible que permite a habitantes y exhabitantes de calle validar ciclos y obtener el título de bachiller. La ruta incluye refuerzos en matemáticas, lenguaje, ciencias naturales y sociales, así como acompañamiento psicosocial y de autocuidado.
El cambio empezó cuando comprendió el costo de su antigua vida: la pérdida de la confianza familiar y la distancia con su hijo. “Sigo creyendo en mí para alcanzar mis metas”, expresó al recordar la decisión de retomar el estudio y reconstruir vínculos.
CIPREIA, creado en 2016, ha certificado a miles de participantes y graduado a centenares de bachilleres en Bogotá, demostrando que la educación flexible es una herramienta efectiva para la reintegración social. Según datos distritales, más de 500 habitantes y exhabitantes de calle han retomado clases mediante esta estrategia.
El caso de Jonathan coincide con un año de alta conversación pública alrededor de los resultados de las Pruebas Saber 11 (ICFES) y con iniciativas del Distrito para visibilizar la habitabilidad en calle y el acceso a derechos. Su logro se enmarca en políticas sociales que integran educación, salud y restablecimiento familiar.
A nivel personal, el reto incluyó la recuperación de hábitos, la asistencia a servicios de autocuidado y la adaptación a un ritmo académico exigente. La paciencia y la metodología de los docentes de CIPREIA, resalta, fueron determinantes para “que todo lo aprendido se quedara”.
Comparado con experiencias internacionales de educación flexible para poblaciones en alta vulnerabilidad, la historia de Jonathan reafirma la importancia de modelos pedagógicos con acompañamiento integral.
La ceremonia de grado de Jonathan está prevista para el 20 de noviembre, fecha que su familia también celebrará por partida doble. Mientras concreta apoyos para su formación profesional, se prepara para un paso más: acceder a educación superior en áreas ambientales y de reciclaje.
El logro ha generado reacciones positivas en instituciones educativas y sociales, que ven en el caso un incentivo para fortalecer rutas de acceso a la educación para personas que han vivido en la calle. Expertos subrayan que acompañar la permanencia y la transición a educación superior debe ser la siguiente prioridad.
Para Bogotá, historias como esta refuerzan la narrativa de inclusión y refrendan la necesidad de financiar estrategias de educación flexible. La continuidad —becas, manutención y orientación profesional— será clave para que casos exitosos se multipliquen y se sostengan en el tiempo.
La historia de Jonathan confirma que el estudio puede ser una puerta de salida real de la vida en calle y un puente hacia la inserción laboral y académica.









