El mandatario habló de estancamientos y urgencia por ejecutar reformas.
El presidente Gustavo Petro instruyó a su equipo de gobierno a “ser más radical” en la recta final de su mandato, un llamado que lanzó desde Brasil durante actividades relacionadas con la COP30. En el mismo mensaje, el mandatario expresó una autocrítica: “Estamos ante un fracaso”, frase con la que reconoció que varios objetivos de su plan de gobierno no avanzan al ritmo previsto.

El pronunciamiento ocurre cuando falta poco para el cierre de su administración, entre presiones por la ejecución de reformas sociales y tensiones políticas internas. El contexto internacional de la COP30 —que Brasil acoge en 2025— sirvió de escenario para insistir en la aceleración de la transición energética y en la defensa de su proyecto político frente a los bloqueos legislativos.
El giro discursivo de Petro incluye un llamado a “ejecutar sin dilaciones” los componentes clave de su programa, con énfasis en transición energética, justicia social y reformas laborales y pensionales. La tesis del mandatario es que los obstáculos en Congreso y cortes han frenado las metas que prometió en 2022, lo que explicaría la autocrítica.
El mensaje fue interpretado en Bogotá como una orden política interna dirigida a ministros y directores de entidades para acelerar proyectos y reglamentaciones aún pendientes. Voces del gabinete han hablado de “profundizar” la agenda y de coordinar mejor con territorios para destrabar inversiones.
La frase “estamos ante un fracaso” encendió el debate. Para la oposición, sería la admisión del pobre desempeño gubernamental; para el Gobierno, se trata de un reconocimiento de rezagos y un punto de quiebre para recomponer la ejecución. El llamado llega tras meses de movilizaciones a favor y en contra de las reformas, y en medio de la discusión sobre mecanismos de participación como una consulta popular.
El escenario climático de la COP30 dio marco a las prioridades: el Ejecutivo insiste en acelerar la descarbonización y en reducir la dependencia de hidrocarburos, bandera que enfrenta resistencias empresariales y regionales. Brasil, como país anfitrión, ha proyectado la cita como un hito para la Amazonía, tema que Petro conecta con su agenda de transición.
En el frente político interno, el Gobierno ha tenido choques con sectores de oposición y con aliados que reclaman mayor capacidad de gestión. La cancelación o ajuste de actos, y los costos administrativos de reprogramaciones, han alimentado críticas sobre la organización y la eficiencia.
De cara a 2026, la Casa de Nariño busca cerrar con hitos concretos: decretos reglamentarios, metas de cobertura social y avances en negociación con actores armados. El margen de maniobra depende de la gobernabilidad que logre recomponer en el Congreso y de decisiones judiciales sobre instrumentos extraordinarios.
La lectura de expertos consultados por medios locales ubica el anuncio en la categoría de “momento bisagra”: o habilita una ejecución más veloz —con mayor costo político— o profundiza la polarización y dificulta consensos.
Opositores tildaron el llamado a “ser más radical” de señal de cierre “ideologizado”, mientras organizaciones sociales cercanas al Gobierno celebraron el viraje como una reafirmación de promesas.
En gremios económicos y academia persiste la inquietud por reglas de juego y seguridad jurídica en sectores clave (energía, salud, pensiones). La capacidad de ejecución y el respeto a controles institucionales serán los indicadores a vigilar en los próximos meses.
El año final del mandato marcará si la autocrítica se traduce en corrección de rumbo o en confrontación ampliada. La instrucción de “ser más radical” fija un tono que exigirá resultados medibles y diálogo político para no agravar la fractura.









